jueves, 25 de marzo de 2010

NOCHE DE ALCARAVANES
Monólogos de la Tierra
Marco V. Santos DLG.
Me llaman la Tierra y giro por millones de años alrededor del sol, se que tengo hermanos de nacimiento y por naturaleza, con la misma convicción y espíritu de sacrificio, no en este sistema pero si en otros y en cualquier galaxia del vasto universo.
Veo muchos ojos en la profundidad del oscuro firmamento, solo me miran pero ninguno me contesta ni me habla.
A ustedes les hablo satélites tripulados que investigan y maniobran a mis espaldas,
a ustedes telescopios que otean los horizontes sin dueños, tal vez buscando otros planetas donde vivir, sin haber aún conocido la vastedad de mis dominios, lo profundo de los mares, lo verde de mis valles, lo ancho y todavía ajeno de mis llanuras y mis desiertos, a ustedes me dirijo, parte de algo que fueron, complemento de nada, cuerpo amorfo que gira por mis costados, por mi rostro y mi nuca, ustedes que nacieron como simples deshechos y ahora son la chatarra espacial, que en su largo caminar formarán otros cuerpos, tropezarán entre ustedes y se alimentarán de vuestros trozos vacilantes, sin destino y sin final.
Dicen que soy redonda, pero nunca me he visto en un espejo, tal vez nací cuadrada y muy angular y de tanto rodar me convertí en esférica y achatada en los polos. Me ven celeste por efecto de los rayos del sol, pero mi color es verde, el verde de la vida y de la esperanza.
Cuento con medios que permiten la vida de los seres que me han encomendado mantener y cuidar. el agua, fuego, tierra y aire, me permiten cumplir con mi tarea, convivo con mi pareja eterna que es el agua de los mares y de los océanos, de los ríos y de las lagunas, de las que se descongelan de los nevados y de los glaciares. Unas son saladas y bañan mis costas y las otras son dulces y caminan por mis cauces profundos, largos, cortos, anchos y estrechos. Cambia sus formas desde el líquido, torrentoso, al sólido y transparente como el hielo y el granizo, hasta el gaseoso y sin color que forma las nubes que coronan las montañas y la niebla del amanecer en los caminos y en los bosques taciturnos.
Tengo a mi hermana menor, tierra de mi tierra, convertida en ceniza y polvo, que me mira desde lo alto, a veces de día, a veces de noche con su cara media blanquesina, media azulada, a veces llena, a veces nueva, a veces menguante, a veces creciente. La llaman la luna, la que inspira ternura y amores incomprendidos.
El mar, la luna y yo, hacemos nacer los vientos, los huracanes, los tifones, los terremotos, los maremotos, todos ellos según las estaciones de verano, primavera, otoño e invierno. También nacen la lluvia, la granizada y las nevadas, que alivian la aridez y amargura de mi piel marrón.
Mi núcleo arde por los siglos de los siglos y derrite los metales y las rocas más fuertes y cuando está a plenitud y nunca por gusto, arroja su lava por mis poros llamados volcanes. Las plantas y animales que algunos llaman la flora y la fauna, conversan conmigo y me cuentan sus problemas para sobrevivir en sus habitats, ellos que nacieron y crecieron junto conmigo, se organizaron y agruparon por especial designio, ahora solo viven par dar sombra y alimento sin que se les considere y cuide por su misma importancia.
También están los otros seres a quienes nunca elegí ni escogí para que habiten sobre mi faz, en mis continentes, en mis islas, en mis valles, en mis selvas, en mis llanuras, en mis estepas, en mis desiertos, en mis polos y en mis cordilleras;
Estos que también nacen, crecen, se reproducen, viven y mueren se hacen llamar los humanos, dizque hechos a imagen y semejanza de Dios creador, a quien nunca conocí pero respeto por su sapiencia y sentido común.
A ti te hablo, hombre, humano, bípedo, pensante, sonriente, razonable, cambiante, ameno, social, inteligente, fluido, vegetariano, carnívoro, aguerrido, pacifico, emprendedor, vehemente, sufrido, arrepentido, soez, dadivoso, misericordioso y adepto a pedir perdón cada vez que infringes tus propias normas y las de tu hacedor, sin pensar que amor significa no tener que poner cara de arrepentido ni estar pidiendo perdón cada vez que sale el sol e ilumina tu testa sudorosa plena de ambición y vacía de imaginación y caridad.
A ti me dirijo con mi voz esforzada que nace de lo profundo de mis entrañas, convertida sin ánimo de venganza en manotazos fenomenales de mi naturaleza y sentido de supervivencia, escúchame y dime el por que de tu reacción en mi contra. Acaso no te he dado lo que necesitabas desde que apareciste en mis dominios, cuando vivías en cavernas y aún no conocías el fuego, el sexo ni el matrimonio, desde que te agrupaste en clanes para defenderte de los animales más grandes pero más simples que tú, y de las inclemencias del viento, de la lluvia y de ti mismo.
A ti me dirijo para que sepas que estoy viva pero languidecente, respiro pero con mucho sacrificio, he perdido mis colores naturales, ahora tengo las pupilas plomizas y mis aguas pardas.
Escúchame, tu que transformas todo lo que encuentras sobre mi relieve, bajo él, en las masas de agua y en sus profundidades. Tu que construiste los pueblos, los imperios, las fábricas, los edificios, los grandes barcos, las armas de guerra, las bombas, los arsenales en general, con todo lo que encontraste en mi, sin traer nada de nada del espacio exterior. Tu que iniciaste guerras interminables por tener mi propiedad, invadiste países por el petróleo y el gas. Consumaste falsas alianzas por los metales. Bombardeaste pueblos por el caucho, el salitre, los peces y la madera que floreció en mis dominios.
El agua, el más preciado de mis bienes, que cuando corría libremente por la pradera la utilizabas para saciar tu sed y hervir tus alimentos, luego fue el medio para dar de beber a tus pueblos y regar tus plantíos, después para llenar tus piscinas en verano, para bañar tus caballerías y lavar tus vehículos. Que harás tu, mañana más tarde cuando logres hacer que mis fuentes que adornan como cristales engarzados en plata y luz de luna las cúspides y picos de las montañas más altas, se derritan por el veneno convertido en gas, que vierten tus chimeneas como gargantas de seres colosales de cientos, miles y millones de cabezas y derriten mis nubes, queman el plumaje de las aves y atormentan mis abrigos etéreos allende los confines de mi cuerpo esférico, logrando que los remansos, riachuelos y manantiales se conviertan en cauces secos de arena, piedras y huesos blanquecinos de tordos y alcaravanes, que mueran los valles de pasto verde, las praderas de musgo anarajando, los bosques de sauces llorones y las selvas del mato groso y del amazonas.
Al ver todo consumado y no poder conseguir agua para tus pueblos ni arañando el suelo, ni por más plata que tengas, organizarás contubernios con tus aliados, planificarás invasiones, harás guerras, causarás víctimas y mucho dolor, pero no podrás recuperar lo que destruiste ni tenerme a tu disposición, por que yo sabré tomar mis decisiones para preservar mi vida, llamaré y acudirán en mi ayuda mis hijos, mis hijas, por más somnolientos y apacibles que se encuentren.
Tu que me escuchas padre eterno y sabes de mis cuitas, antes de convertirme en costra fermentada a tu costado, diles a los que tienen tu imagen y semejanza, que se hacen llamar tus hijos pero que lo aparentan solo cuando te necesitan, que recapaciten en silencio, que reflexionen con paz, que mediten con prudencia, que piensen en sus hijos y en los hijos de estos, que repasen sus experiencias, que recapitulen sus planes y que desanden lo caminado, por que nunca es tarde para enmendar las malas acciones por más que se hable de adelanto, tecnología y desarrollo, por que aún existen las ramas de acacia en el camino, que aparentan ser débiles y espinozas pero demostrarán su fortaleza cuando quieran asirse de ellas.
Solo escucho el ruido del silencio y el eco de mis elucubraciones. Si alguien oyó y entendió mi mensaje por favor que me responda, con su voz, con su aliento o con un ademán, que estaré esperando en cualquier momento, en el lugar de siempre, al borde de mi camino circular y desde donde ya puedo otear el final de mi destino.
La tierra.

miércoles, 24 de marzo de 2010

NOCHE DE ALCARAVANES
Perú – Argentina
Poca dignidad, mucho latón
Marco V. Santos DLG.
La presidenta argentina Cristina Fernandez de Kirtchner, lejos de constituirse en su territorio soberano de las Malvinas y reclamar in situ a los colonialistas británicos por su nueva invasión a éstas islas en claro afán de buscar petróleo y gas, con el aval de la ONU, la OEA, el TIAR y otras instituciones de vida anodina, insulsa y genuflexa para los intereses de las grandes potencias, se presentó en Lima, dizque en visita de desagravio, que más parecía desfile de modas que dejaban boquiabiertas a las damiselas de la capital, que don Ricardo Palma llamó “el burdel más grande del mundo”, y en menos que cante un gallo fue condecorada con medallas y preseas de oro del Grado de Gran Cruz del Parlamento, del Sol de San Martín, se le entregó las llaves de la ciudad, el mejor pisco peruano, las mejores rosas amarillas, faltando únicamente que se le entregue la piedra de los doce ángulos, el plano de ubicación del Paititi, una foto calato de Crousillat y la calavera de Pizarro, haciéndonos colegir que tanta condecoración y arrobamiento se le hace en agradecimiento al dictador Leopoldo Galtieri que para no seguir sufriendo el escarnio de los gurkas sobre sus tropas, permitió que pilotos peruanos al mando de una escuadrilla de aviones Mirage 2000, utilizando misiles Exocet hundan el portaviones Shefield, con el que los colonizadores británicos venían bombardeando a las tropas gauchas en las Islas Malvinas, mal llamadas por los ingleses como Falkland. El agradecimiento y reconocimiento a que mencionamos jamás se dio, ni por la dictadura ni por los gobiernos democráticos de ese país. La actitud franca y leal del presidente Fernando Belaúnde de ese entonces, pinta de cuerpo entero a nuestra nación, que no necesita de medidas hipócritas que no nacen del corazón y de la misma conciencia.
Empero esta falta de gratitud política y militar de los gauchos para con el Perú, queda como una zapatilla vieja, al enterarnos que el siniestro presidente peronista Saúl Menem en plena guerra sostenida por el Perú con los ecuatorianos, con el agravante de ser garante del Tratado de Río igual que sus congéneres chilenos, vendieron miles de toneladas de armas, munición y pertrechos a los quiteños, demostrando la nula e inexistente hermandad latinoamericana y lealtad que los lazos históricos obligan a respetar. Esta actitud del gobierno argentino de ese entonces dio visos de ser investigada, pero nunca concluida ni sancionada penalmente, situación judicial de la que los peruanos estamos al tanto.
La gratitud y dignidad de los peruanos como la de Grau con los chilenos, la de Castilla con los ecuatorianos, la de Belaúnde con los argentinos y tantos otros, puede llegar a ser considerada como doblegación o sojuzgamiento ante el temor de la ignominia y la muerte. No es bueno ni recomendable el exceso en estos menesteres, por cuanto está en juego la dignidad de los hombres y de las naciones.
Se forraron de medallas de latón bañadas en oro los vestidos y blusas caras de la presidenta visitante, se le humedecieron los ojos hasta el punto de ponerse a llorar, se emocionaron las autoridades y causó la alegría al pueblo abúlico, se escucharon los aplausos de los congresistas agraciados que olieron de cerca sus perfumes, los discursos fueron fluidos y hacían apología al hermanamiento de los pueblos, los fotógrafos y periodistas se enredaban en sus cables y la banda de músicos tocaba los himnos patrios con solemnidad. Llegó el momento de su retorno, dejando tristes a los anfitriones que se quedaron sin fanfarria ni ceremonias, sin medallas ni brindis de pisco sours. Solo llevaban en sus oídos el eco de su voz y en el bolsillo del alcalde de Lima, la figura de un caballo de onix comprado en el aeropuerto de Buenos Aires. Pero nadie escuchó a la presidenta Fernández pedir enfáticamente perdón por el baldón del gobierno de Ménem.
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NOCHE DE ALCARAVANES
Cartas desde el Vaticano
Marco V. Santos DLG.
Como una peste el clero católico del Siglo XXI se a propuesto contraatacar la moral, ética y auto estima de los pueblos que conforman las sociedades modernas y globalizadas, no obstante que estas se comunican en cada hemisferio y latitud por intermedio de la Internet, la telefonía celular y satelital, adelantos que no obstante su existencia dan pie a la excesiva confianza con la que los curas con y sin sotana diariamente arremeten no solamente contra los hombres y mujeres adultos que conforman la gran masa de feligreses del orbe, sino contra la niñez y juventud que osa visitar sus claustros, conventos, templos y parroquias de la urbe y de los villorrios, para ayudar en sus misas, cantar en sus coros o asistir a sus retiros, en donde bajo mentiras y amenazas de salvación o pudrimiento en los infiernos, los someten a sus bajos instintos de pedofilia y pederastía.
Las atrocidades de Fray Tomás de Torquemada nacido en Valladolid en 1420 y muerto en 1498, con su famosa Inquisición de Castilla y Aragón que se instauró en todo las colonias de los invasores ibéricos y a quien ni el mismísimo papa Sixto V, pudo enmendarle la plana, ahora se vienen repitiendo como parte del sistema en el que vivimos, empero ya no con las máquinas de descoyuntamiento, de cremación, de tormento, de suplicio y de tortura de esas épocas, sino con las vejaciones sexuales propias de los cobardes que se esconden bajo sus vestimentas y tienen el amparo de sus prelaturas, de sus regiones, de sus países, hasta llegar a la Santa Sede como cuando hace poco, el actual pontífice hizo los mismos gestos que Sixto V, y adoptó las mismas acciones encubridoras, pusilánimes, cómplices y de total contubernio, al enviar al clero irlandés una carta llamando la atención y pronto retorno al orden y compostura, dejando de lado el abandono y la adoración de Satán, cual moderna y resplandeciente Sodoma y Gomorra.
Bien haría el actual papa en darse por enterado de las atrocidades del clero en Brasil, en donde los jóvenes agraviados en su moral e integridad, filmaron a un sacerdote octogenario en el mismo acto vejatorio contra uno de sus monaguillos, o de casos similares perpetrados en Estados Unidos, en Alemania y en naciones en donde los cardenales aún tratan de esconder los pecados capitales de sus sacerdotes; lugares a donde debería enviar cartas no solo a sus subordinados clericales, sino a la justicia para que reciban primero la sanción de los hombres y después seguro el castigo divino.
Razón tienen los jóvenes españoles al reaccionar con pifias, insultos y hasta apedreamientos contra todo cura, monja o sacerdote católico que sale a la calle vistiendo las sotanas, hábitos, sogas, cadenetas y crucifijos, a sabiendas que la sociedad europea mencionada ya conoce de las aberraciones de estos y lo trastocado de sus mentes. Hoy en día vemos en nuestra región como los seminarios y centros de internado para formación de futuros sacerdotes católicos, lucen vacíos y abandonados al extremo de que sus administradores ponen en venta al mejor postor y para cualquier rubro comercial sus locales, inclusive sin ser estos de su propiedad.
Por las clases de historia en primaria y secundaria sabemos que los Incas fueron objeto de vejaciones, torturas y genocidio, por parte de los inquisidores dirigidos por el cura Valverde, por el solo hecho de pasear las momias de sus muertos en la plaza del Auccaypata en cumplimiento de sus ritos y normas religiosas y hoy en día vemos que ellos hacen lo mismo, no obstante del adelanto y la cultura de los pueblos modernos, trayendo los miembros superiores diseccionados de sus beatos hoy santificados, insertados en cuerpos de cera fabricados a imitación de estos, paseándolos en procesiones en franco culto a los muertos por la ciudad, con la asistencia obligatoria del alumnado y padres de familia de los colegios religiosos.
¿Serán estos rituales del clero dirigidos desde el Vaticano, las cartas con las que se quiere llamar al orden a la feligresía y al rebaño de ovejas que se quieren descarriar y reaccionar ante el abuso de sus pastores?.
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