domingo, 25 de julio de 2010

NOCHE DE ALCARAVANES
Tras cuernos, palos
Marco V. Santos DLG.
El actual presidente de la República durante la ceremonia pública de entrega de vehículos policiales propios y por alquilar, para reforzar de alguna manera la endeble actividad y el funcionar mediocre de la PNP en la capital, que no por tal debemos considerar como una cortina de humo para esconder tras inmensas bocanadas de anhídrido carbónico y smog del ambiente plomizo de la ex ciudad de los reyes ahora convertida en la ciudad de las ratas, sino que con el fin de captar la atención de los medios de prensa nacionales e internacionales, luego de defenestrar a su candidato a la alcaldía de Lima por inservible y desubicado, habló de la inútil existencia de esta institución tutelar del Estado, no obstante de haber transcurrido 24 años desde que él mismo la declaró unificada, luego de meter a una licuadora a la GR, GC y PIP, obteniendo como resultado un extracto sin nombre, color ni sabor, de lo cual cada uno de los ciudadanos puede constatar y la sociedad vivir en carne propia; vale decir, que lejos de que como panadero alabe su propio pan, este, habló de lo anodino y aún peligrosa existencia de nuestra policía, aunque ya hayan transcurrido casi cinco quinquenios.
Empero, no es que el primer mandatario de la nación no alabe el producto de su propia fabricación, sino que ya no puede seguir tapando el sol con un dedo ante las atrocidades que se viene cometiendo en agravio de los campesinos, aborígenes y nativos de este extraño país, que llega al siglo XXI dando tumbos y tropezones con las vallas y trampas que colocan los gonfaloneros de la incultura, la inseguridad y la vida propia del tiempo de las cavernas. Y si no veamos como los cuerpos de élite de la PNP, condecorados de pecho a espalda con todas las banderitas de los países del orbe, como los que luchan contra el narcoterrorismo, contra la drogadicción y delincuencia perniciosa, contra la inseguridad en las carreteras, en los bancos, en el tránsito, en las unidades vehiculares, etc., son efectivos policiales recomendados por favores especiales y no los que por derecho propio de especialización, tecnificación, conocimiento y experiencia les correspondería, resultando que los que se quedan en las oficinas y los que hacen servicio de calle a pie, son los más tontos y que no tienen perro que les ladre. En otras palabras no son las auténticas águilas negras sino simples aves de rapiña, aunque todas son carroñeras.
El pueblo sabe muy bien que endilgarle al personal subalterno y a la oficialidad mediana, que a la postre conforman la base de la gran pirámide institucional, toda la responsabilidad de los ataques arteros contra la sociedad, es una canallada, por cuanto, la responsabilidad y culpa total del túnel sin salida por el que atraviesa la PNP, la tienen los diferentes comandos que la dirigieron desde su indeseada unificación hasta la fecha, por no haber podido separarse del poder político y su influencia nefasta y destructora. Muchos fueron ineptos y otros negligentes pero ninguno como el actual que es servil, en actitud propia a la historia de Della Croce de Bertoldo, Marcolfa, Bertoldino y Cacaseno.
Con que autoridad moral, ética, de disciplina, ley y orden, el actual comando policial podría sancionar con drasticidad en lo administrativo y poniendo a disposición de la justicia penal a los que cometieron homicidio calificado contra un joven profesional en una agencia de la banca privada, a los que abalearon a una ciudadana dentro de su vehículo, o a los que anteriormente asesinaron a sus detenidos dentro de los calabozos, o a los que violaron a menores de edad en las comandancias y comisarías, o a las cadetes y alumnas en formación que propalan sus fotos desnudas y en actitudes provocativas y pro lésbicas; si en su conjunto es el primero en dar mal ejemplo y quebrar la disciplina al acosar al personal femenino de distinta graduación bajo su cargo y borrar pruebas de los archivos del BTR, y no obstante de existir las pruebas documentadas, estas son negadas en todos los idiomas.
La sociedad se siente abandonada y desprotegida ante el avance de la delincuencia común, organizada y perniciosa, avalada por una policía todista y comandada con el mal ejemplo y el deshonor.
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