lunes, 29 de noviembre de 2010

AUQUÉNIDOS TRISTONES Y RATAS FELICES

Este es un extraño remedo de país que se da el lujo de vivir en una seudo democracia y modernismo globalizado virtual, que está ubicado al sur del gobierno de las FARC y del país de los Quitus, al norte de las torres del Paine y el desierto de Atacama, al oeste del único país no latino y gigante de Sud América y al este del Pacífico, en donde el pueblo aborígen, campesino y labriego de costa sierra y selva, y los criollos y mestizos que viven la gran borrachera de sus vidas cada fin de semana, entre jolgorio y juergas por fuera para mitigar la prosesión de sus eternas penas que llevan por dentro, mientras los gamonales enquistados en el interminable estamento público, los terratenientes de sombrero de ala ancha y caballos de paso y aristócratas propietarios de grandes periódicos y apellidos rimbombantes de cuya procedencia ni ellos mismos la conocen, en donde estos últimos se reúnen y agrupan cada cinco años en falsas alianzas y coaliciones políticas contra natura, para asaltar el poder y expoliar las arcas del Estado que navega al garete en un mar de pus y estiercol, propio de los cadáveres de los sajinos desollados por las garras de las bestias carroñeras. Es tanta la anomia social y el abandono moral de sus habitantes que provoca que se les llame y compare con los auquénidos escupidores y tristones de la serranía que viven mascullando su maldito destino y regurgitando la bilis envenenada por la maldición de sus políticos que nacieron y aparecieron en negra y feroz hora en este territorio por un error garrafal talvez o por un momento de somnolencia divina.
Es tanto el arrobamiento de su sociedad que solo tiene ganas para escuchar la radio con música estridente de seres que cuentan sus vidas de alcoholismo, muerte, drogadicción y lesbianismo y con osadía se hacen llamar cantantes del folklore y en la TV miran todos los días a animadores homosexuales, prostitutas, vedetes y ex presidiarias que presentan programas cargados de insulto, oprobio y ofensa a todo lo que signifique moral y autoestima-
Esta población tristona de vida anodina con tapaojeras que acostumbran usar los caballos pajareros, no se dá cuenta que decenas, cientos y millares de ratas peludas, de esas que viven en las cloacas, las sentinas y los mingitorios de las urbes y ciudades y de aquellas de los desiertos y arenales, han invadido los ámplios salones engalanados con alfombras rojas de las oficinas, locales y establecimientos públicos y del Estado, de los pabelloones, oficinas y cuarteles de la policía y de las fuerzas armadas, de los claustros, conventos, obispados y parroquias de la iglesia católica, de los hospitales, de los colegios, de las ecuelas,de los jusgados, de las fiscalías, de las cárceles, etc. Estos roedores que llevan la peste bubónica en sus colmillos y garras, vienen carcomiendo la madera, los papeles, las alfombras, los plásticos, especialmente el niquel y el latón del dinero feble y el de papel moneda, talvez por el sabor dulzón de sus tintes y químicos empleados en su fabricación. No dejan nada a su paso, son peor que la marabunta de las montañas, levantan pesos más allá de sus tamaños y de sus fuerzas, son ayudados por sus congéneres para esconderse ante el ataque de otras bestias y para engullirse todo lo encontrado a su paso, sin dejar huella alguna. Así son felices, estos roedores muestran sus hocicos babeantes y la sangre que las embarra hasta los cuellos y panzas pardas es relamido por sus crias y miembros de su parentela, que felices comentan sus victorias, se lanzan loas y agradecen a la rata madre que les enseñó las artes para vivir a costa del prójimo y negar sus fechorías. Agradecen a la rata mayor que dejó su madriguera más allá de los mares, por volver a sus cloacas donde nació y vió la luz y enseñarles las nuevas artes y técnicas del latrocinio, robo encubierto, expoliación en banda, hipnotismo y adormilamiento masivo y el goteo de sus babas derramadas, característico de los obesos y pesados dragones de Komodo, en sus discursos a favor de los roedores destructores de todo lo que signifique vida, moral y respeto mútuo.
MARCO V. SANTOS
http://PARNASOPPSLIBRESXXIBLOGSPOT.com/

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