domingo, 26 de junio de 2011

CRÓNICA DE UNA VICTORIA ANUNCIADA

La histórica victoria del pueblo campesino, trabajador, profesional, desempleado pero digno sobre la mafia de los beduinos asaltantes de caminos y de las chaucheras medio vacías de las amas de casa peruanas, ha quedado calada en el gran escenario mundial que miraba atento estos resultados, en la conciencia aún blanca de los pueblos sojuzgados y ninguneados por un gobierno hambreador que no tiene nada de indoamericano ni defensor de todas las sangres y en el talante cetrino, casi cadavérico de la gran cofradía de la corrupción generalizada, que aún no despierta de su muerte súbita que los dejó con las mechas paradas y humeantes, cual despojos de los sentenciados a muerte en la silla elétrica de los yankys.
Los Pedro Pablo Kuschinsky, Acuña, San Román, Castañeda Lossio, Alan García, Lay, Acuña, Nava, Del Castillo, Cabanillas, Mulder, Hidalgo Medina, toda la mafia familiar de la yakusa Fujimori, de Yoshiyama, de Rey Rey, de Cipriani y sus ensotanados, de los Miro Quesada, de la Mónica Delta, del manflorita y travestido Bayli, de la Palacios, de Aldo Mariátegui, del alcalde de Nueva York, de los ex funcionarios de la OEA, del charlatan Dos Santos vendedor de cebo de culebra brasileño, de los fabricantes de la cortina de humo del cañón del Colca y la desaparición de Ciro y de los hijos putativos de estos que aún caminan por la sombra, con su file personal buscando un trabajo en las puertas del partido ganador, han quedado como polvo de los caminos abandonados del Perú ancho y ajeno y como las arenas que yacen bajo las aguas y corrientes de los ríos profundos de nuestra serranía, ante la pisada firme pero valiente de los hijos de Arguedas, de Vallejo, de Gonzales Prada, de Cáceres, de Tupac Amaru, de Micaela Bastidas, de los muertos de Barrios Altos, del Pentagonito, de Bagua, de Puno, que ahora deambulan por los valles, montañas y praderas, buscando un rayo de sol para calentarse las espaldas y los omóplatos por que sus tumbas están mojadas con la sangre que mana desde las torrenteras, alumbrándose con unas velas para ver y reconocer al juez que enjuicie y mande a la colonia penal del Sepa a sembrar palmito y yuca a toda la corruptela nacional.
MARCO V. SANTOS
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