domingo, 20 de febrero de 2011

CUSCO CIUDAD MUSEO VIVIENTE CON HABITANTES MOMIFICADOS

Es cierto que el Cusco es una ciudad museo viviente reconocida mundialmente y con muchos lauros y merecimientos, dada su historia y los restos arqueológicos incaicos y construcciones coloniales, algunos en poder del Estado y otros en manos de entidades privadas, que usufructúan y sacan provecho del legado de la historia. Esta ciudad cuenta con autoridades políticas y edilicias elegidas por el voto popular y hasta ahora obligatorio, de entre ciudadanos con un poco de dinero en los bolsillos y bastante fanfarronada en la demagogia de sus discursos, que como alcaldes, presidentes regionales, regidores, etc, son buenos locutorcillos y griferos, que solo sirven para embriagarse en las fiestas patronales, asirse de sus varas de mando y vivir diariamente a costa de los medios de información, lanzando mensajes y promesas incumplibles y desmintiendo las denuncias lanzadas por los vecinos.
El ámbito urbano es la sumatoria de callejuelas empedradas de miasma, basura y rencores de los que por ahí trajinan, las casonas que las rodean son de adobe, paja y tejas que se caen a pedazos por la fuerza de la lluvia y de sus vidas sempiternas, pero pobre del que ose mover un pedazo de tierra, cambiar una puerta, botar las tejas rotas o aumentar un poco de yeso en el zagúan desvencijado, inmediatamente será notificado por el INC para hacerse merecedor de una multa por el delito de alterar la monumentalidad del casco urbano. No solo esto, esta ciudad museo alberga en los interiores de las casas vetustas que en mala hora quedaron en pie después del terremoto del cincuenta, cantinas, casinos, burdeles, pulperías, chupódromos, bares, restaurantes, etc., establecimientos comerciales y de mal vivir que nadie se atreve a cerrarlas ni clausurarlas, por el solo hecho de permitir el libre trabajo que es un derecho y cobrar las coimas de sus propietarios.
Estas atrocidades que vemos en pleno siglo XX1 en esta ciudad llamada ciudad museo viviente, tiene sus calles abarrotadas por los comerciantes ambulantes que venden todo tipo de comidas sobre las veredas, mientras que por las pistas transitan peatones y vehículos en atróz competencia, estos vendedores son por cierto los que votaron por los actuales alcaldes y regidores, entonces estas autoridades pecarían de traidores y desleales si los erradicasen a otros lugares donde causen menor daño a la prestancia de este museo que se cae a pedazos.
No solo hablamos de un museo viviente sino de habitantes momificados que diariamente transitan por sus principales avenidas los desempleados buscando un trabajito, las prostitutas encubiertas buscando un cliente, los del poder judicial buscando la caldería de doña juana, los fumones botando el humo de mariguana en la cara de los transeuntes, los choferes de ticos pisando los callos a los peatones intonsos y ahuevados.
Mientras se ve el paseo infernal de las momias vivientes en busca de sol, pan y placer, los puneños y habitantes altiplánicos que fijan su residencia en todo lugar, de cualquier extensión, a cualquier riesgo y para cualquier negocio, vienen invadiendo la ciudad para vender contrabando y ekekos con fumarolas de la suerte, pantalones chinos, calzones coreanos, camisas hindúes, condones fosforescentes bolivianos, instalándose en socabones, canchones, colegios, playas de estacionamiento, veredas, calles y demás acceso por donde transite el hombre autóctono y de a pie.
El cruel ataque que somete al habitante cusqueño anodino a condiciones de vida infrahumana no se limita solo a eso, sino que, en evidente contubernio entre los comerciantes tiahuanaquenses y las autoridades ineptas de esta ciudad museo viviente del planeta, se han opuesto a permitir el acceso de las grandes tiendas y supermercados que existen hace años en las grandes ciudades y pequeñas urbes, como Arequipa, Lima, Trujillo, Piura o Chincha, Pisco, Ica, Cañete, etc., para la compra de artículos de primera necesidad en el vestuario, la alimentación, la pequeña industria, repuestos, herramientas, materiales de construcción que se expenden en tiendas como Sodimac, Maestro, Saga, Totus, Metro, Vea, etc,.
¿Debemos entender que prohibiendo el acceso de estas tiendas modernas que bien pueden ser extrangeras algunas de ellas, pero que funcionan en las principales ciudades del país, ante la existencia de tratados del libre comercio y la globalización, estamos defendiendo a esta ciudad museo viviente y rescatando su identidad?
No, de ninguna manera, más bien estamos pauperizando al Cusco, sentenciándola a ser un pueblo sin calidad de vida, sin aspiraciones modernistas, sin la libre competencia, sin adelanto, sin cultura, vale decir a un futuro muy parecido a las viejas casonas de adobe, paja, quincha y teja que se vienen desmoronando y que mañana más tarde desaparecerán siendo únicamente un monton de barro del último mingitorio del barrio de Almudena.
Salud dignas autoridades del Cusco, gracias a Ustedes quedaremos en el último lugar de las ciudades que buscan su adelante y desarrollo y en el primer lugar del consumo de alcohol, drogas y del mercado ambulatorio.
MARCO SANTPS
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