ALVAREZ, EL BUFON DE LA CORRUPCIÓN.

Carlos Alvarez es premiado aquí, allá y acullá con galardones y trofeos por su programa cómico que se transmite cada fin de semana, en donde personifica a autoridades políticas actuales y anteriores, haciendo escarnio de sus apariencias fícicas, conductas y actitudes en el manejo de la cosa pública. Dichos reconocimientos son aprovechados por este elemento para poner mayor fuerza y empeño en sus imitaciones grotezcas que afectan la moral pública.
Como otros periodistas y cómicos callejeros este personaje es un bufón a sueldo de la corrupción que no hace más que burlarse de él mismo como ciudadano, como profesional, como padre de familia, sin atinar a renovar sus actuaciones y actualizarse en el reducido campo de la comicidad nacional.
Razón tenía Jorge Benavides al acabar su sociedad con este elemento conformante de la corruptela nacional, ya que este último no quizo ser miembro del equipo de payasos de marras como si lo son Bayly, Mariátegui, Delta, Miro Quesada, Vargas, Lucar y otros gonfaloneros de la corruptela y procastinadores del futuro moral del pueblo peruano.
Es necesario legislar para moralizar y poner en vereda no solo a los periodistas que han convertido su profesión en el peor de los oficios con su parcialización y labor amarilla negruzca que navega entre sus odios y traumas racistas y apitucados, sino también entre estos payasos callejeros que han sido contratados para la TV, llegando a los hogares en horario familiar, con chistes y bromas de mal gusto, ocurrencias capciosas y en doble sentido, que desdibujan la educación y cultura de los niños y estudiantes del territorio nacional.
Mucho le gusta imitar a damas y mujeres a este señor Alvarez, por fijación y afinidad de su conducta desviada y homosexual, siendo por tanto urgente que este mal llamado artista cómico salga del closet para alegría de sus seguidores y gonfaloneros.
MARCO V.SANTOS
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