LAS BRUJAS DE BECERRA Y ARTETA

Para nadie es un secreto que la Policía Nacional desde que se unificó a manos de Alan García, convirtiéndose en un jugo verdoso expectorado por un licuo extractor, perdió su identidad profesional enmarcada en sus respectivas misiones y funciones, apareciendo una institución todista y a la vez nadista, por cuanto los efectivos de la Sanidad ahora dirigen el tránsito, los de la ex PIP ponen inyecciones, los de la ex GR son de seguridad del Estado y los de la ex GC suben a los torreones de Quencoro, resultando que la sociedad está cada vez más desprotegida, por la improvisación de los servicios policiales de protección, seguridad, resguardo e investigación. Empero el entuerto propio de las cavernas, no queda ahí, sino que la institución mansillada en su identidad ha sido encomendada a corruptos con estrellas en los hombros y las solapas, quienes con el poder maldado por los gobiernos de turno, han hecho tabla rasa de la moral, la disciplina y el órden, dedicándose a robar el combustible de los vehículos y las llantas de los patrulleros, a violar a las oficiales mujeres, a meterse en política y convertirse en nauseabundos congresistas.
Es precisamente ésto último lo que nos lleva al presente análisis, respecto al ex oficial general de apellido Arteta, quién quizo hacerse el muy pendejo aceptando la invitación a cenar en el restaurant Las Brujas de Cachiche de Omar Chejade, para ver si le liga alguito, talvez la dirección general, una agregaduría en algún país o un sencillito en el bolsillo, con la tan decantada intervención en la hacienda Andahuasi, resultando que le salió el tiro por la culata, ya que no solo no se le asigno cargo alguno ni se le pintó de verde, sino que fué dado de baja y enviado a su casa a pelar papas y cambiar pañales a sus tataranietos, situación en la que se le conoció su catadura moral de baja estofa, denunciando a la semana de los hechos la gran comilona que se endilgó en el restaurant de marras con Chejade que no era vice presidente en ejercicio ni mandó emplear tropas y logistica ni hubo costo social en un operativo que nunca existió, originando con su angurria y su afán de venganza, el caos y el desgobierno en el ejecutivo y el legislativo.
Pero tremanda felonía no queda ahí, ya que su colega de código uno, el tal Becerra que no sabemos por que diablos siendo de avanzada edad y de tan alta graduación no tiene mujer ni familia, presumiendo sus subalternos de su misoginia y su filosofía de que pan con pan si pega, que para distraer los comentarios sobre su falta de virilidad se dedicó a acosar a una simpática capitana casada ella, y al no obtener respuesta positiva a sus falsos requirimientos, la mandó a la recontra puna y finalmente ordenó a sus colegas de logia manflorita de la zona judicial de la PNP, a que la metan al calabozo, dizque por haber insultado al honor de tan alto oficial.
Esta es la policía que tenemos, que al no dar ejemplo a sus subalternos por haber quebrado la columna vertebral que es la disciplina, han originado que los policías de tránsito, de investigación criminal, de la judicial, de seguridad ciudadana, etc, se hayan convertido en una agrupación de fascinerosos asalta taxistas y transeuntes uniformados y con licencia para delinquir al más puro estilo de los bereberes de las sabanas africanas.
Estos dos generales cuyos nombres son innombrables pasarán a la historia negra de la PNP, como dos rufianes envilecidos que caminarán agarraditos de las manos por el ancho sendero de la corruptela nacional con Hidalgo Medina, de Salazar, de Uribe, de Pérrigo, de Dianderas rumbo al barranco de la ignominia.
MARCO V. SANTOS
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