jueves, 22 de marzo de 2012

PROMOCIÓN 1979 DE LA SALLE VISITANDO ARICA A LOS CIEN AÑOS DE LA GUERRA

Celebrar el primer centenario del calamitoso y vergozoso litigio bélico de 1879 con Chile, nos resultaba doloroso empero, antes que recordar sentimentalmente los luctuosos hechos que nos costaron pérdidas de millares de vidas de soldados y ciudadanos enlistados entre las tropas que no sabían por que peleaban, había que prepararse para recuperar los territorios perdidos, tal como lo había pensado Velasco Alvarado con la compra de armamento bélico ruso de última generación en ese entonces, entre los que se tenía los aviones Shukoy, los tanques T-33 victoriosos de la Segunda Guerra Mundial, los tanques Chilca computarizados y demás equipos y pertrechos, así como las maniobras de las FF.AA., los simulacros fronterizos de bombardeo con apagones interminables en Tacna y en todos los teatros de operaciones y el control estricto con un paneaux de fotos de todos los aviones de guerra enemigos (chilenos) que sobrevolaban la frontera casi hasta Santa Rosa, lo que al ser comunicado al Destacamento EP Tacna e inmediatamente a la base la Joya, originaba que escuadrillas de bombarderos y cazas peruanos devuelvan la visita sobre Chacalluta en vuelo raudo. Tales circunstancias tenían el espíritu y los ánimos enervados de todos los peruanos, de Tumbes a Tacna, varones, mujeres, adultos y jóvenes, deseaban constituirse en la frontera sur y mirarle cara a cara al enemigo.
Eran las 10.30 horas de una mañana de agosto de 1979, apacible y aún con la camanchaca tacneña en el horizonte, que de alguna manera impedía observar hacia el sur, en la dirección del faro en el hito 01 del Puesto de Vigilancia Alfonso Ugarte y los demás del litoral como el Francisco Bolognesi, La Yarada y Los Palos, situación que nos ponía incómodos y no nos facilitaba la tarea de informar al Destacamento EP Tacna a cargo del Gral Martín Martinez, como era de rutina el movimiento de los carabineros y patrullas de tropas regulares chilenas en la línea de frontera, más que nada en un año en el que se celebraba el primer centenario de la Guerra con Chile. Tal vez ese impedimento de la propia naturaleza, nos quería augurar y avisar en forma insospechada lo que sucedería a lo largo de ese día. En ese momento el Sargento 1ro. Dember Mercado, tacneño y regionalista él, ingresó a la jefatura del Sub Sector Fronteras del Litoral Sur sito en el Complejo Santa Rosa en Tacna y me dió cuenta que en la playa de estacionamiento vehicular se encontraban dos buses con escolares cusqueños que estaban de paso hacia la ciudad de Arica, argumentando que tal vez me interesaría saludar a mis paisanos. Prestamente me encaminé al lugar indicado y observé los vehículos mencionados, los mismos que eran muy nuevos, de color rojo, con lunas grandes, los que pertenecían a la empresa de transporte urbano San Jerónimo de Cusco. Estos transportaban a unos cincuenta alumnos de la promoción 1979 del colegio privado La Salle de mi tierra y sin considerar que soy ex alumno garcilasiano me puse a saludar a todos y a abrazar y dar la bienvenida a los profesores y tutores de dicha comitiva, entre los que encontré al que fué mi profesor de música Manuel Pilco, de quién nunca pude captar sus enseñanzas musicales, a lo mucho el de saber dibujar la clave de sol. Éste mi profesor para quién va mis saludos, actualmente sigue enseñando en diversos planteles con su violín Estradivarius, con la misma juventud de espíritu y personal.
Luego de hacer atender con premura a la comitiva estudiantil en las diferentes oficinas, se dispuso que borren las inscripciones con albayalde, yeso y pinturas de las lunas y parabrisas que habían hecho los jóvenes, alusivas a que Arica era peruana como también Iquique, que viva el Perú, que muera Chile y muchas otras que no eran pertinentes en el momento ni en el lugar, claro sin desmerecer su patriotismo y emoción de hallarse la Pampa de los Espíritus y en los arenales salitrosos donde murieron tantos héroes anónimos por causa de los invasores araucanos apertrechados con armas inglesas, con los resultados calamitosos conocidos por todos. Al mismo tiempo se les indicó que era importante mantener la compostura, la tranquilidad y el órden en territorio extrangero, para no perjudicar la actividad turística y facilitar el retorno sin novedad en horas de la tarde, momento en el cual, me comprometía a recibirlos e invitarles el almuerzo. Profesores y alumnos escucharon las indicaciones y se comprometieron a mantener buen comportamiento durante su visita, luego del cual partieron rumbo a Chacalluta. Continué con mis actividades policiales de rutina fronteriza y todo volvió a la normalidad.
No había transcurrido más de una hora del mismo día, dese la partida de los Lasallianos, cuando pude observar el retorno raudo de sus buses procedentes del sur, inmediatamente se dispuso que los buses referidos, los mismos que tenían rotas y quebradas las lunas de ventanas y parabrisas, que ingresen a zona reservada del Puesto de Vigilancia Santa Rosa y sean protegidos por personal GR de retén fronterizo. luego del cual hice formar en línea de a tres a la totalidad de la comitiva, procediendo a escuchar al profesor Pilco lo que había acontecido y los motivos para su retorno tan apresurado y con daños evidentes.
Ante un silencio total el maestro de larga data, explicó que los alumnos habían vuelto a pintar las lunas de sus ventanas con las inscripciones ántes referidas luego de pasar el control policial de Chacalluta, ingresando a la ciudad y a su ámbito urbano, ocasionando la protesta de los ariqueños que apedrearon los vehículos, teniendo que ser intervenidos y desalojados de esa ciudad por las autoridades policiales y de migraciones de ese país.
Resultaban obvias las causas que originaron tales consecuencias y sin escuchar más se hizo formar a profesores, padres de familia y alumnos conformando dos secciones, y a mi mando los conduje al paso ligero hasta el Cristo de la Concordia que está ubicado en tierra de nadie, a menos de un kilometro del Complejo Santa Rosa, esa imágen hecha de duro metal, con las coyunturas móviles, con su rostro empolvado pero apacible del salvador, recibió a la comitiva que a la voz de "al golpe" entonó el Himno Nacional, en una forma que jamás había visto, todos derramaban gruesas lágrimas por sus mejillas, no cantaban sino gritaban a voz en cuello cada palabra y cada estrofa de nuestro himno, tenían los talones juntos y la palma de la mano izquierda sin hacer cuchara y bien extendida pegada al costado del pantalón y la mano derecha extendida a la altura del corazón, eran unos comandos que reavivaron las ventiscas del arenal y éstas en mágico contubernio con los engranajes metálicos de la imágen católica, hicieron que el cuello, codos y muñecas del Cristo de la Concordia se muevan entendiendo talvez lo emotivo del momento, tal vez perdonando y comprendiendo el ímpetu estudiantil de los futuros defensores de la patria y ciudadanos del mañana.
Sin mediar más palabras ni discursos, se llevó a los estudiantes y jefes de comitiva hacia el comedor en donde nuestro amigo José Gonzales ya nos esperaba con cebiche de lenguado y sudado de machas, locos y lapas.
Concluida la anecdótica circunstancia, la comitiva Lasalliana se retiró hacia la ciudad de Tacna para continuar con sus actividades promocionales, llevando en sus mentes grabada la enseñanza de que no se debe provocar al enemigo en su propio territorio en forma tan evidente y más aún si se trata de belicosos hijos de Caupolicán.
MARCO V. SANTOS DLG.
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