miércoles, 17 de noviembre de 2010

LOS INQUISIDORES DEL CLERO O EL AZOTE DE LOS PUEBLOS

A la comunidad laica mundial le ha llegado hasta la coronilla los hechos de corrupción material y moral por la que navega el clero católico y su cofradía dirigida desde el Vaticano, que no solo es encubridora y cómplice de los hechos de pedofilia, homosexualismo, violaciones, robos sacrílegos y demás delitos aún por conocerse cometidos en los conventos, claustros, monasterios y tristes parroquias pueblerinas del interior del país.
Pero estos hechos de abandono moral de los religiosos de marras con y sin sotana, no son patrimonio de las sociedades modernas actuales, sino que se arrastran como baldones desde las épocas de la invasión ibérica con el cura Valverde a la cabeza y su cruz ensangrentada en sus manos, más allá aún, cuando Torquemada y su inquisición se convirtieron an la verguenza de la humanidad y el terror de la cultura y la ciencia.
Lima tiene a su cardenal de obscuro antecedente en la época del gobierno fujimontesinista, desde Ayacucho hasta sus famosas confesiones de los emerretistas de la residencia japonesa, las mismas que eran vendidas sin recato ni temor de Dios.
Este señor que luce la más alta investidura del clero en el Perú, con jugoso sueldo incluido, que por cierto pagamos todos los peruanos seamos creyentes o ateos, hace una semana ha salido a despotricar contra el ministro de Salud y su política de uso del condón para evitar enfermedades de transmisión sexual y los embarazos no deseados en jóvenes y adolecentes, como si no supiera que los ministerios no aplican sus políticas por que se le viene en gana al ministro de turno, sino que son estudiadas y ordenadas por el gobierno central, que no es otro que el que le paga sus emolumentos con dineros de nuestros impuestos que debían ser invertidos en obras de bienestar y seguridad social.
Lejos de hablarle al pueblo por los hechos vergonzos y carentes de todo respeto y amor al prójimo y auto estima y perpetrados por un cura en la ciudad de Trujillo y estamos seguros ocurren en otras ciudades y villorrios del interior del país, analizar públicamente con sus feligreces esa problemática clerical que daña la moral de todos los ciudadanos, que como todos sabemos nace de la hipócrita norma emanada del Vaticano pero nunca dispuesta por Jesucristo, del celibato y el voto de castidad que no es más quen simple saludo a la bandera, como nos lo enrostró el cura trujillano y su doncella cenicienta, lanzó el grito al cielo argumentando que ese ministro estaba propiciando la corrupción y libertinaje sexual con el uso del condon y que mañana más tarde arderá en las profundidades de los quintos infiernos con fuegos con sabor a latex, estamos seguros que acompañado por la persona del cardenal y de los demás curas concupiscentes.
MARCO V. SANTOS
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