martes, 22 de septiembre de 2009

NOCHE DE ALCARAVANES
Yehude Simon y Ántero Flores : El Quijote y Sancho Panza peruanos
Por : MARSANGAL
Yehude Simon y Antero Flores actuales personajes de la política nacional, con el fin de ostentar poder con autoridad ficticia, se enrolaron en las huestes del gobierno de García, abandonando, el primero a sus seguidores y luchadores emerretistas, dejando su paso durante largos años como sentenciado por terrorismo, como un simple tropezón en la calzada , y es más, no obstante de burlarse de su propia vida pro subversiva, se lanza como candidato al Gobierno Regional de Lambayeque, donde luego de seducir los votos de ingenuos creyentes con su discurso engaña muchachos, logra vencer a sus contendores, convirtiéndose en una promesa de desarrollo para ese gobierno regional del norte del país, toda vez que se trata de un hombre que acabó en la cárcel por su política de sesgo socialista y por tanto lucharía por eliminar la pobreza, la hambruna y el desempleo en su región, y al poco tiempo se zurre en sus camaradas y en la ciudadanía lambayecana , para aceptar la invitación de boca para afuera que le hiciera el actual gobierno, para hacerse cargo de la Presidencia del Consejo de Ministros, y valerse de ello para hacerse popular a nivel nacional y buscar un cupo como candidato a la presidencia en las elecciones del 2011; empero Simon que fue por lana, salió trasquilado por el actual gobierno que lo destruyó políticamente para dejarlo solo, desamparado y destruido en su vida política, social y familiar, ya que al igual que su familia, ni los emerretistas, ni los terroristas jóvenes, ni la sociedad querrán saber de su experiencia pro subversiva, social ni política y no lo buscarán ni para desempeñar cargos de conserjería.
Lo mismo le sucede a Antero Flores que está a cargo del Ministerio de Defensa, que ni el mismo sabe que es lo que hace allí, total eso no le interesa, si mensualmente va a cobrar sus jugosos emolumentos por no hacer nada pero sí, para hacerse engatusar por sus generalotes, para lo cual no hay que ser versado en la materia ni mucho menos, tan solo con poner el rostro contrito propio de los tránsfugas en vías de jubilación, todo solucionado.
Estos modernos Quijote y Sancho Panza peruanos que por supuesto no tienen nada que ver con los personajes de la novela caballeresca de Cervantes Saavedra , se han vestido de hojalata y armaduras oxidadas y montados sobre sus jamelgos famélicos llevando sobre sus espaldas las alforjas vacías y en los antebrazos sus armas blancas sin vainas ni empuñaduras, vienen atacando a gigantes endemoniados que no son otra cosa que molinos de viento colocados en sus caminos pedregosos por sus empleadores eventuales. Luego de reaccionar contra los monstruos irreales que a la postre son sus propios demonios, lanzan discursos sin sentido y largas peroratas en medio del arenal, de la puna y la amazonía, el ruido del follaje y del pajonal con el viento, confunden con aplausos y besos volados de sus dulcineas carcajeantes. No se dan cuenta que solo emiten sonidos gangosos y guturales que dan náuseas a los gusanos que se alimentan de la grasa y el sudor que expelen sus cuerpos casi momificados, muy parecidos a la chalona de los bárbaros atilas.
Estos caballeros de novela satírica, ven a grupos de nativos, indígenas, campesinos y pobladores que retornan a sus viviendas luego de haber preparado el terreno que a partir de mañana ya no será de ellos, como jaurías de perros del desierto, perros salvajes y sajinos que los quieren atacar por gusto y dejarlos sin empleo, sin sueldo y sin sus alforjas con monedas tintineantes y piden y claman para que más caballeros con armadura los protejan en su largo caminar.
Estos caballeros errantes están preocupados por que ante la cacería humana que organizaron y aplicaron con esmero, sus empleadores se lavarán las manos y harán rodar sus cabezas huecas pero duras, que irán a dar contra el asfalto y el fango de los bofedales, causando la risa de sus falsos ayayeros y gonfaloneros que los estarán mirando agazapados en recientes trincheras, pisoteando muertos recientes y cadáveres con sonrisas resplandecientes.

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